martes, 10 de febrero de 2015

Atardeceres de invierno

Hace unos 20 años di un paseo por la playa de Samil con mi abuela. Tengo muy grabado el día, tal vez porque conservo una foto de los dos muy sonrientes. Recuerdo perfectamente su ilusión y felicidad por disfrutar de aquel momento juntos. Estos días pasados recordé esa misma sensación mientras paseaba junto a mis padres. La tarde que llegué paseamos por Samil, y el domingo lo hicimos, acompañados de mi madrina, por Playa América. En ambos casos los atardeceres fueron muy espectaculares, uno con nubes, y el otro con el disco solar hundiéndose en el mar. Me emociona ese dramatismo del día que se acaba, y la vida que pasa; ese ritual tantas veces repetido de seguir al sol hasta el ocaso mientras cada vez nos vamos haciendo más mayores.