Mini-vacaciones en Barcelona
Estamos pasando unos días en Barcelona, como parte de mi variado de vacaciones entre empresas. Son días de color gris y chubascos a ratos, pero como enseña mi curso de "resiliencia", hay que disfrutar del momento y agradecer esta oportunidad de estar de nuevo en esta ciudad que nos gusta tanto. La última vez que estuvimos juntos fue hace poco más de un año, con la experiencia Mandarin. En esta ocasión, hemos elegido un hotel heterofriendly, un poco "overpriced" para lo que ofrece.
La mejor forma de llegar a Barcelona en avión es hacerlo con un asiento de ventanilla en el lado derecho. Las vistas de la ciudad desde el mar son inmejorables. Hace tiempo que me sé el truco así que siempre llevo la cámara preparada.
En nuestro primer día fuimos al restaurante Petit Comité, que nos gustó mucho. Es cocina catalana de calidad con el toque de las vajillas Sargadelos, que decoran todas las mesas. Por la tarde paseamos por el Raval y nos tropezamos con el mural de Keith Haring que acaban de restaurar en un lateral del MACBA. Muy cerquita está el Lletraferit, un café-librería que nos descubrió el sobrino entrópico hace muchos años y que es el sitio ideal para tomarse un daiquiri de fresa, una de nuestras bebidas favoritas.
Esta mañana leía en la prensa todas las noticias acerca del estallido okupa-vecinal aquí al lado, en el barrio de Sants, por el desalojo de Can Vies. Entre esto y los resultados de las elecciones Europeas (UKIP, FN, Podemos…) todo apunta a que vivimos tiempos de repolitización en los extremos. No sé si es para alegrarse o preocuparse, o las dos cosas.