Kayak en el Alto Tajo
Fin de semana inesperado. El domingo teníamos previsto vernos con Charo para celebrar su cumpleaños y tal vez ir al Atazar a hacer algo de kayak. Finalmente el viernes hicimos cambio de planes repentino. Busqué información en internet y vi la posibilidad de hacer un descenso en el Alto Tajo. Lo comenté con Charo y se puso como loca, anulando un plan previo de cena el sábado para que nos pudiéramos ir de fin de semana.
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Esperamos a que dvt hiciera sus exámenes y salimos al mediodía. Llegamos al pueblo dónde teníamos el hotel, Zaorejas, a eso de las 6, después de parar para comer. Nos fuimos de excursión en coche y ya quedamos emocionados con el paisaje. Un descubrimiento total: bosques inmensos, el cañón del Tajo, las paredes de piedra y los buitres... Apenas hay población, algún mini-pueblo de los que no tiene ni un bar. Sin coches, apenas sin gente. Costaba imaginar un espacio tan grande y tan poco explotado. Sobre todo porque tampoco está tan lejos de Madrid, unos 180 km.
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El domingo hicimos el descenso del río. Eramos 7 y 2 monitores; tamaño perfecto. Hacía un montón de años, quizás 6, que no hacíamos kayak de río; no habíamos vuelto a repetir desde nuestro bautizo en el Alberche, cuando volcábamos constantemente. Esta vez la experiencia no fue tan intensa, ni el agua tan fría, ni los rápidos tan fuertes. Un río ideal para iniciarse, para repetir, para disfrutar. Ahora nos queda el cansancio físico y algunas agujetas. Y las ganas de repetir la excursión al Alto Tajo, para hacer senderismo o cualquier otra actividad deportiva.