martes, 22 de diciembre de 2020

El Valle de los Caídos

Estoy de vacaciones desde ayer. Tengo todavía bastantes días pendientes este año así que me esperan un par de semanitas de vacaciones madrileñas. Entre los cierres perimetrales, las restricciones navideñas y la nueva cepa británica, no está la cosa para plantearnos escapadas, ni a Vigo ni a Zaragoza. 

A donde sí nos hemos escapado es a la Sierra madrileña. Por primera vez fuimos a visitar el Valle de los Caídos. Yo no lo tenía en mi lista de pendientes pero a dBt le apetecía ir y a jap le pareció la combinación perfecta para llevarnos después a comer a un afamado restaurante en Guadarrama. Al final, también se apuntaron Carlos y David, así que allí nos fuimos los 5, casi rozando el límite de los 6 que ha marcado la Comunidad de Madrid para estas fechas. 

Tengo que confesar mi fascinación absoluta y mi gran sorpresa con El Valle de los Caídos. Para empezar, el entorno natural es precioso. La carretera de acceso, desde el portalán de la entrada, recorre un área enorme, un parque natural en sí mismo, frondoso y con piedras graníticas. Cuando llegas a la explanada de la Basílica,  las vistas son fantásticas, todo es naturaleza virgen alrededor. Se ven los picos de la sierra, algún pantano y, en nuestro caso, grandes bancos de niebla. 

Todo en el Valle de los Caídos es grandioso. El cerro con la Cruz tiene una altura de 300 metros, como la Torre Eiffel (150 de la roca + 150 de la cruz). De un lado, está la explanada de acceso a la Basílica, enorme, con sus vistas al valle, y una escalinata de 100m de ancho (!), y del otro, la Abadía y una gran plaza porticada (dos últimas fotos). Cualquiera de las dos "plazas" con vistas a la Cruz son imponentes, por tamaño y por ese aire de arquitectura soviética.

El interior de la Basílica deja literalmente boquiabierto: las dimensiones, las megaesculturas de ángeles y arcángeles (preciosas!), las capillas con las distintas advocaciones de la Virgen en alabastro, el mosaico de la cúpula, plagado de santos y personajes históricos españoles... Muy impresionante todo. Una pena que no dejen hacer fotos; hice tan sólo una en el interior, furtivamente. 

Es imposible abstraerse de la historia sobrecogedora del Valle de los Caídos y de toda su simbología fascista. Tendrán que pasar algunas décadas más, tal vez una generación, para que su valor estético-artístico sea reconocido. Dejando a un lado el aspecto ideológico, es un monumento de primer orden, por emplazamiento y valor arquitectónico y artístico. Repetible.