viernes, 22 de febrero de 2013

Cumpleaños en Londres

He entrado en mis "xxxytantos" con una teleconferencia en la oficina a las 7:30 de la mañana. No parecía un arranque muy prometedor para un día de cumpleaños, pero como dice mi madre "las cosas no son como empiezan, sino como acaban". Al salir de la oficina me rapé el pelo al 1 en mi peluquería árabe habitual del barrio. Con los años me veo más guapo con menos pelo, o tal vez sólo sea autosugestión después de haber renunciado a las pastillas para la alopecia. El caso es que últimamente lo llevo hiper corto a razón de 10 libras la sesión y con acompañamiento de vídeoclips horteras o noticias de Al Jazeera. El planteamiento es mucho más intercultural y baratito que las 40 libras que pagué recién llegado a Londres por un afeitado similar a máquina pero en un salón más chic.

Ya sin pelo y en casa, recibí un mensaje por whatsapp de mi vecino gay Dubaití que anunciaba que podemos renovar el contrato de alquiler en el edificio por un año más.  Se acabó, por tanto, la intranquilidad de tener que encontrar piso nuevo antes del verano. Poco después recibía también un email de un headhunter sobre una nueva oportunidad profesional que pinta bastante interesante. Lo más seguro es que el asunto quede en nada pero al menos me ha levantado la autoestima profesional y me ha hecho imaginar futuros alternativos. Finalmente, por la noche, Basak (que esta semana también ha estado por casa) me invitó a cenar en un restaurante de Nueva Zelanda en el barrio. Total que, como dirían los franceses, el día de cumpleaños resultó al final "pas mal".