Problemas de Memoria
Se suceden tantos acontecimientos y experiencias que las capas de recuerdos se van superponiendo sin cesar, y tengo miedo a perderme. Siempre he sido de memoria vital frágil. Creo que por eso hago un montón de fotografías, escribo a menudo cuadernos y mantengo este blog. Sin él no sería capaz de recordar ni la mitad de las cosas que hago.
El mes de julio está siendo un no-parar, entre el curso intensivo de verano de francés, el trabajo y las salidas de fin de semana. En medio de toda esa actividad, el festivo de ayer, 14 de Julio, ha supuesto un pequeño respiro. El año pasado me perdí los fuegos artificiales porque tuve viaje a Varsovia en estas fechas, pero en esta ocasión bajé al Pont Neuf para verlos. Un atiborre de gente por todos los lados para descubrir que lo mejor es verlos en la tele, con música y con todo su esplendor.
Hoy viernes trabajé principalmente desde casa pero por la tarde me acerqué a la oficina para hacer un par de teleconferencias y sobre todo coger el coche de cara al fin de semana. Aproveché que tenía el coche para acercarme a visitar a Jeannine, la abuela con Alzheimer a la que acompañe a las visitas al Louvre hace unos meses. Está pasando el mes de julio en una residencia porque su hija se ha ido de (merecidas) vacaciones.
Llegué a la residencia a la hora de la cena. Se alegró muchísimo de verme, hasta se puso atacada y todo; muy maja. Decidí esperar tranquilamente a que cenara. Después hablamos, un montón. Mi francés fue motivo de equivocos. Le pregunté si estaba "hereuse" (feliz, contenta) y ella entendió que le preguntaba si tenía "roses" (rosas). Estaba especialmente parlanchina; creo que era la excitación de la visita. También paseamos por el mini-jardín, más bien un sendero que recorre el edificio. Quiso hacerse una foto con las rosas. Cuando me iba, ella estaba totalmente desorientada, aunque sólo habíamos bajado un piso. Fue gracioso, buscamos juntos su nombre en alguna de las puertas... Yo recordé la rosa del Principito, y cómo eres responsable para siempre de aquello que domesticas.
Llegué a la residencia a la hora de la cena. Se alegró muchísimo de verme, hasta se puso atacada y todo; muy maja. Decidí esperar tranquilamente a que cenara. Después hablamos, un montón. Mi francés fue motivo de equivocos. Le pregunté si estaba "hereuse" (feliz, contenta) y ella entendió que le preguntaba si tenía "roses" (rosas). Estaba especialmente parlanchina; creo que era la excitación de la visita. También paseamos por el mini-jardín, más bien un sendero que recorre el edificio. Quiso hacerse una foto con las rosas. Cuando me iba, ella estaba totalmente desorientada, aunque sólo habíamos bajado un piso. Fue gracioso, buscamos juntos su nombre en alguna de las puertas... Yo recordé la rosa del Principito, y cómo eres responsable para siempre de aquello que domesticas.