martes, 10 de enero de 2023

Cultura funeraria

Estos últimos días han sido un curso acelerado de cultura funeraria. Hasta ahora, tenía una experiencia muy limitada con la muerte. En la familia cercana sólo había perdido un sobrino, de 3 meses, hace 30 años y mi abuela, hace más de 20. Esta es la primera vez que he tenido que gestionar, y coordinar qué ocurre después de una muerte, sacando partido a todos esos recibos de la fe, pagados durante décadas. Gestioné todo con mucha eficacia y serenidad, hablando de nichos, incineraciones, horarios de tanatorio, urnas y lápidas, sin pensar en la pérdida de mi padre sino más bien en una especie de "gestión de proyectos". 

Todos estos días pasados, sin excepción, he tenido momentos de lágrimas y de emociones fuertes, pero han sido casi todos en solitario, con mis propios recuerdos. A la hora de tomar decisiones y comunicarme con la familia he estado siempre tranquilo, especialmente con mi madre. 

La anécdota más graciosa de estos días fue un abrazo espontáneo con una chica que salió de su panadería a reñirme porque estaba golpeando su coche al aparcar (los típicos "toques" o "aparcar de oído"). Estaba muy enfadada pero lo pedí perdón y le expliqué que había fallecido mi padre entre lágrimas. Su reacción automática fue abrazarme repetidamente y decirme que no me preocupara en absoluto por el coche. Fue un momentazo. 

El otro momentazo fue la introducción de las cenizas de mi padre en el nicho familiar este lunes. Llevamos unas pocas rosas, sacadas de las numerosas coronas y centros florales del tanatorio, en distintos colores, para simbolizar a mi madre, los hijos, los nietos y "la familia allegada" (la de mi madrina). Después, dimos todos un paseo por el cementerio, como en aquellos tiempos lejanos de rituales navideños, Buscamos el  "cenicero" que mi madre tiene en propiedad (los nichos son alquileres de 50 años). Medio en broma, medio en serio, dije a mis sobrinos que recordaran la ubicación, ya que es probable que los distintos miembros de la familia acabemos allí, ya sea en urnas individuales o bien en distintas combinaciones si necesitan hacer más espacio... 

Por la tarde, ese mismo lunes, David y yo dimos un largo paseo por el centro de Vigo. Hacía mucho tiempo que mi madre no caminaba tanto porque mi padre no estaba para muchos trotes. Para ella empieza una nueva vida. Acabamos esperando al anochecer para que pudiera ver las luces navideñas de la ciudad. La Navidad se nos había escapado este año a todos sin enterarnos, pero gracias al alcalde, que ha prolongado las luces hasta mediados de enero, pudimos aún disfrutar de un paseo para despedirnos de ella en condiciones, como habíamos hecho con mi padre.