martes, 30 de noviembre de 2021

El último viaje

Este fin de semana "pasé" por Vigo. Fue una visita de poco más de 24 horas, en la que lo más destacable fue verme con Nacho, un amigo de la infancia, al que no veía desde su fiesta sorpresa de 50 cumpleaños. Anda de hospitales con su madre, en uno de esos episodios que recuerdan lo mayores y frágiles que nuestros padres se han vuelto. En cualquier momento nos podemos llevar un disgusto. 

Mis padres, a pesar de sus deterioros, el de ella auditivo, y el de él más físico y cognitivo, andan de buen espíritu, tanto que se animan a venir a Madrid. En realidad no han tenido ninguna duda y han insistido en varias ocasiones en la ilusión que les haría visitar el nuevo apartamento. Así las cosas, el finde yo fui a Vigo, y este miércoles, coincidiendo con el arranque de diciembre, ellos se vienen, con mi madrina, a Madrid. Es una visita familiar que me apetece y me estresa a partes iguales. 


viernes, 26 de noviembre de 2021

Reunión en Budapest

Esta semana he pasado día y medio en Budapest. Teníamos una reunión de trabajo de unas 70 personas. Algunas se quedaron en tierra porque dieron positivo en COVID. Aunque no era obligatorio, nos pidieron hacernos pruebas a todos. Dada la situación por toda Europa, era una reunión de alto riesgo. 

Lo mejor de la reunión fue el hotel, un Marriot en el "lado Pest" de la ciudad, con vistas al río y al casco histórico de Buda, con el imponente edificio de la Galería Nacional de Hungría en primer término. El primer día, al llegar, pude darme un paseo de hora y media por la ciudad y admirar toda esa arquitectura tan majestuosa que tiene. Ya por la noche, me dio tiempo a disfrutar desde la habitación del perfil nocturno de la ciudad. Esa vista fue, sin duda, lo mejor de este corto viaje. 



martes, 23 de noviembre de 2021

Semana Plensa

Desde que volvimos de Rabat, hemos tenido un variado de actividades variopintas en Madrid, mezcla de arte, arquitectura y música, salpicadas con esculturas de Jaume Plensa en distintos momentos. 

Un día entre semana subimos a IFEMA para visitar Feriarte. Llevábamos esperanza de encontrar alguno de los pequeños muebles que todavía nos faltan, cómo nos pasó hace unos meses en otra feria, pero esta vez no hubo suerte. Este evento está más centrado en antigüedades y obras de arte más que en diseño. Al menos, vimos obras interesantes, entre ellas un Plensa sentado encima de una columna que va cambiando de color (a precio desorbitado, por supuesto). 

El viernes visitamos el Palacio de Godoy, pegado al Senado, en la calle Bailén. Es un edificio del siglo XVIII que ha sufrido toda suerte de perrerías, desde un incendio hasta la mutilación de una parte de la estructura cuando abrieron la calle Bailén. No nos emocionó pero la escalera tiene su gracia. La visita formaba parte de "Bienvenidos a Palacio!", un programa de la Comunidad de Madrid en el que abren edificios habitualmente cerrados al público, bien en visitas guiadas o para la realización de conciertos. Nos recordó a las Jornadas del Patrimonio que tanto nos gustaban en París

La noche del viernes fuimos al concierto de Amaral en el WiZink Center. Era uno de esos conciertos planificados antes de la pandemia, en marzo de 2020, y que se ha retrasado 600 días!. Corresponde a la gira "Salto al Color" y se celebró ahora, sin restricciones, con más de 12.000 personas de aforo, y sin asientos en la pista. Fueron dos horas de grandes éxitos con un público entregado y con ganas, por fin, de bailar (eso sí, con mascarilla). 

El domingo visitamos la exposición sobre Sabatini en la Plaza de Colón, a los pies de la gran estatua Julia de Plensa que por fin fotografiamos de cerca. Por lo visto, no se quedará permanentemente ahí, sino que en su lugar irán rotando obras de otros artistas con carácter anual, a través de una colaboración con la Fundación Masaveu. En cuanto a la exposición de Sabatini, está muy bien montada y recoge todo el legado, y también los proyectos, del arquitecto italiano para la ciudad de Madrid durante el reinado de Carlos III, como la Puerta del Alcalá, la conclusión de las obras del Palacio Real y muchos otros (entre ellos, el Palacio de Godoy!). 

Después de la expo de Sabatini, nos acercamos a la cercana Fundación Masaveu, que yo todavía no conocía. En su gran mayoría tiene un tipo de obra que no me gusta demasiado, pintura española del XIX, con cuadros costumbristas y tal. Aún así, hay algún Sorolla y Julio Romero de Torres muy interesantes, y sobre todo un enorme Plensa en el denominado "Patio del Silencio". Es una obra colosal encajada en el diminuto patio que por si sola justifica la visita al edificio. 






miércoles, 17 de noviembre de 2021

Rabat, una ciudad infravalorada

Hemos vuelto de Rabat sorprendidos por el patrimonio histórico y las emergentes modernidades de la ciudad. Se nota que hay mucha inversión en marcha, muchas obras nuevas y muchas rehabilitaciones. Hay obras prácticamente acabadas como una pequeña estación de tren en el centro de la ciudad, la plaza cubierta de la primera foto con parasoles gigantes dorados o el maravilloso Grand Theatre de Zaha Hadid de la segunda foto. Se nota que hay pelas y que están preparando un re-lanzamiento de la ciudad a nivel turístico y en la escena internacional. 

Algunos de los monumentos principales están actualmente cerrados. No sé si por efecto de la pandemia todavía o porque han aprovechado el tirón del cierre para rehabilitar. Así, ya comenté que la Kasbah de los Udayas está patas arriba, y la necrópolis de la Chellah, cuyas murallas recorrimos por fuera, está cerrada. También está cerrado el que probablemente es el sitio más mágico-simbólico-político de toda la ciudad:  la Torre Hassan y el Mausoleo de Mohammed V, que están situados frente a frente, dejando entre ellos un bosque de columnas de una gran mezquita inacabada en el siglo XII, de la época de los almohades. El minarete truncado es el símbolo más reconocible de la ciudad, y es "hermano" de la Giralda de Sevilla y el de la Mezquita Kutubia de Marrakech, los tres obra del mismo arquitecto. En esa explanada con el minarete y el bosque de columnas se declaró la independencia de Marruecos en los años 50 y para el rey de aquel momento, abuelo del actual, construyeron el mausoleo cercano. 

A pesar de todo lo que estaba cerrado, volvimos de Rabat satisfechos. David ha superado con éxito su primera prueba en el país sin agobiarse en ningún momento. De hecho, el ambiente es mucho más relajado que el de Marrakech, sin apenas acosos o insistentes vendedores en la medina. Nos ha gustado esa mezcla de historia y ultra-modernidad. Parece que Rabat es un destino menor frente a muchos otros lugares afamados de Marruecos, pero es una Ciudad Patrimonio de la Humanidad!. Y lo es tanto por su parte histórica, como por el tramado urbano de la época francesa que incluye, por cierto, el Palacio Real (última foto) uno edificio pastiche al que te permiten acercarte previo registro con el pasaporte. En fin, sospecho que volveremos en algún momento a Rabat, bien para ver lo que nos quedó pendiente, o como simple nudo de comunicaciones, ahora que están desarrollando una red de tren de alta velocidad, de la que ya existe la línea Tánger - Casablanca. 




lunes, 15 de noviembre de 2021

Las murallas de Rabat

Rabat es una ciudad de murallas. Están por todas partes y se conservan en muy buen estado. El recinto principal es del siglo XII y tiene unos 5 kilómetros (!). Es de la época de los Almohades, una de esas dinastías bereberes que en la época medieval controlaron todo el Magreb y buena parte de la península ibérica. Hay además, otro tramo de murallas más reciente, del siglo XVII, conocidas como las Andalusíes porque fueron erigidas por musulmanes expulsados de Andalucía. 

Además de las murallas urbanas, Rabat cuenta con dos recintos totalmente fortificados, la necrópolis de Chellah, cuyo interior no pudimos visitar porque estaba cerrado, y la Kasbah de los Udayas

El caso es que es difícil dar un paseo por Rabat en el que no te topes con uno de esos tramos amurallados de color rosáceo o anaranjado. Son bonitos a cualquier hora y especialmente al atardecer, y confieren a la ciudad un indudable toque medieval. 



domingo, 14 de noviembre de 2021

Daniel Buren en Casablanca

No quiero ser duro con Casablanca porque ya he dicho que la mezquita bien vale una visita a la ciudad, pero lo cierto es que no me parece un destino particularmente atractivo. Es una ciudad grande, fea, sucia y desprovista de grandes puntos de interés. 

Intentamos aprovechar bien el día que pasamos en la ciudad y cubrir la mayor parte de los supuestos puntos de interés, pero ninguno logró emocionarnos. Por ejemplo, las Twin Towers, no dejan de ser dos edificios gemelos monos pero nada particularmente especial. El Sky Bar de la planta 28 tiene, sin duda, buenas vistas a toda la ciudad, pero eso no convierte a la ciudad en más bonita. En cuanto a la medina, pues nada de especial. Es pequeña y un zoco marroquí más, con las mismas cosas y los mismos perfiles de gente. Por último, sí, la plaza Mohammed V, diseñada por un arquitecto francés a comienzos del siglo XX, es bonita y tiene edificios de interés. 

Es justo reconocer que lo que tenía potencial de interesarnos más en Casablanca, la Ville des Arts, un centro de arte contemporáneo, estaba cerrado. Quizás para compensar, tuvimos la gran suerte de tropezarnos con una obra del artista francés Daniel Buren, en el Parque de la Liga Arabe, al lado de la Catedral del Sagrado Corazón. Es uno de esos artista contemporáneos bastante reconocible por sus colorines, como los del Centre Pompidou de Málaga.  En esta ocasión, su obra consiste en la instalación de unos arcos perpendiculares a otros ya pre-existentes en piedra. El juego de perspectivas y colores nos encantó y nos compensó de otras decepciones en Casablanca. 





Mezquita de Hassan II

Casablanca está a poco más de una hora en tren desde Rabat, lo que la convierte en una buena excursión de un día. El gran atractivo de la ciudad, prácticamente el único, es una enorme mezquita construida por Hassan II, el padre del actual rey de Marruecos, a principios de los 90 del siglo pasado. Es una obra monumental en la que todo está pensado para epatar al visitante (o al fiel): la ubicación, las dimensiones, los materiales, y hasta las innovaciones tecnológicas. 

Está ubicada en un promontorio artificial, una especie de mini península. Cuando la construyeron era la "tercera" mezquita más grande del Islam, con capacidad para 20 mil fieles dentro y 80 mil fuera, y con el minarete más alto, con 200 metros. Desde entonces, una mezquita en Argel la ha superado en tamaño y altura del minarete, cosa que supongo no les hará mucha gracia a los marroquíes dado que los dos países andan a la gresca. 

Todos los materiales son originales de Marruecos, salvo las lámparas de Murano, y están trabajados con absoluta belleza y maestría: mármoles, maderas de cedro, estuco, azulejos con múltiples variedades de decoración... Impresiona, ciertamente. 

Las visitas son guiadas en distintos idiomas y además de mostrar la nave principal, recorren también el nivel inferior en el que se encuentran las salas de abluciones y los baños, de nuevo con unos materiales y una decoración exquisitos. También explican las proezas tecnológicas del edificio: con grandes puertas metálicas que se elevan y con techos deslizantes para airear el interior del edificio. 

Por lo visto, con la construcción de la mezquita, el rey quería dotar a la ciudad de Casablanca con un edificio emblemático, como tienen el resto de ciudades importantes de Marruecos, y que aunara modernidad y tradición. Lo consiguió con creces y hay que reconocer qué se ha hecho todo con muy buen gusto y la mezquita bien justifica por sí sola la visita a Casablanca. 





sábado, 13 de noviembre de 2021

Museo de la Fotografía de Rabat

En un antiguo fuerte militar del siglo XIX, mirando al Atlántico, se ubica, en Rabat, un pequeño museo de la fotografía. Como casi todo "lo contemporáneo" en la ciudad, y en el país, lleva el sello del rey Mohammed VI cuyo nombre y fotografía están por todas partes, y que parece ser un gran mecenas del arte y la arquitectura más vanguardista.  

El museo de la fotografía lleva muy poco tiempo abierto, desde enero de 2020, pero con pandemia por medio. En el interior hay 4 pequeñas salas que exponen autores  actuales marroquíes. Hay algunas cosas interesantes y la ubicación, en medio de esa costa rocosa que mira al Atlántico, es muy potente y bella. Sin embargo, el barrio que tiene detrás está bastante degradado, con construcciones cutres y bastante suciedad. Eso sí, es un barrio con un nombre muy poético, Quartier de l'Ocean. Supongo que es una cuestión de tiempo que toda esa primera línea de costa se vaya regenerando y empiecen a proliferar construcciones mejores y más caras.