Arte en Cologny

No lejos de mi oficina, hay una cabeza de Plensa. Es la primera que vemos "no urbana". Está situada delante del edificio del ayuntamiento de Cologny, la zona acaudalada a las afueras de Ginebra en la que se encuentra mi oficina.

Aprovechando que David estaba estos días en la ciudad, vino a recogerme una tarde a la salida del trabajo,  y nos acercamos a fotografiar la obra de Plensa desde distintos ángulos. No es la única escultura que hay en el pueblo. Se nota que hay dinero para invertir en arte de calidad. 

Carouge

David está de vuelta en Ginebra y eso ha servido para completar los últimos detalles del apartamento:  sofá cama para invitados y mobiliario de balcón, para cuando llegue el buen tiempo. Sólo queda colgar algún cuadro. La casa ha quedado lista en dos meses; pim pam pum. 

Además de bricolage, limpieza y compra, hemos aprovechado el sábado para acercarnos a Carouge, una ciudad al otro lado del río Arve. Fue parte del Reino de Cerdeña y conserva un cierto aire italiano, por el tipo de arquitectura. En realidad, funciona como un barrio con encanto de Ginebra porque está muy cerca, atravesando un puente, y tiene un casco antiguo de callecitas muy cuidadas, con muchas pequeñas tiendas y bares. 

Fotografías de Bowie

Este viernes, nos acercamos a ver la exposición de fotografías de Bowie en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Recorren las distintas etapas creativas del cantante y sus sucesivos personajes (Ziggy Stardust, Aladine Sane...). 

Inicié el recorrido sin demasiado interés. Sin embargo, me interesó mucho la sección sobre los Nuevos Románticos porque me aportó muchos elementos que desconocía. El principal, la importancia que tuvo  Steve Strange, cantante de Visage (y su mítica canción Fade to Grey). Fue portero del "Blitz", un club londinense, donde se reunían todos los raros y que se regía por el estricto código estético de Steve, que decidía quién entraba y quién no. Todos aquellos jóvenes, influenciados por el estilo rompedor y andrógino de Bowie, acabaron teniendo un impacto profundo en las tendencias de moda. Fueron los "modernos" que impactaron mi imaginario en la adolescencia. 

Semana Santa en Madrid

Después de la escapada a Zaragoza de un par de días, hemos pasado el resto de la Semana Santa 2023 en Madrid, entre paseos, comidas y alguna película en casa. Visitamos alguna iglesia estos días, pero ya no participamos en ninguna procesión. Intentamos la del Cristo de Medinaceli, pero fue imposible porque había demasiada gente, así que acabamos viéndola, tan ricamente, en Telemadrid. En cualquier caso, este año el cupo de procesiones ha quedado bien cubierto, más que cualquier otro. 

Procesiones en Zaragoza

El año pasado nos quedamos con más ganas de Semana Santa, porque nos fuimos a París. Esta, en cambio, estamos llevando una buena dosis de procesiones... y tambores. Nos vinimos a Zaragoza un par de días para que mi madre y la de David se reencontraran, ahora que las dos se han quedado viudas, con un par de meses de diferencia. Hacer ese encuentro familiar ha sido muy buena idea. 

Alrededor de las comidas, paseos y cenas de los dos últimos días, nos hemos ido cruzando con las numerosas procesiones que hay en Zaragoza. No era consciente de que hubiera tanta tradición, pero tampoco me extraña porque la ciudad está plagada de iglesias. Hemos visto procesiones diurnas y nocturnas. Algunas muy sencillas, de un solo paso, y otras con múltiples tallas. Mucho incienso, velas y capirotes, y sobre todo, tambores. Hemos vivido tamborradas ensordecedoras a cualquier hora del día. Por lo visto son típicas en Aragón. 

Me he quedado con ganas de ver el "Santo Entierro", la procesión del Viernes Santo en el que sacan todas las tallas. Quedará para otro año. El resto de la Semana Santa la pasaremos en Madrid. 

Medinaceli

He cogido un par de días de vacaciones que, sumados a los festivos en Suiza, me dan para montar una buena Semana Santa. Mi madre se vino desde Vigo en avión y,  con ella y Juan, nos pusimos en ruta para pasar un par de días en Zaragoza, con la madre y familia de David.

A medio camino entre Madrid y Zaragoza en coche, está Medinaceli, uno de esos pueblos con encanto, encaramado a una colina y con un importante patrimonio histórico. Tiene un arco romano, un castillo, calles empedradas, una colegiata y numerosas casonas y palacetes blasonados. Todo está muy bien conservado.

Medinaceli constituye una parada ideal para estirar las piernas, hacer un poco de visita cultural y también para comer algo. Ya lo conocíamos, de alguna ruta por España hace años con mis padres, y estuvo muy bien volver. Comimos en el Cielo de Medinaceli, un restaurante muy cuidado y repetible.

El piso de la chimenea

Esta semana en Ginebra, he dado por concluida la instalación en el nuevo piso. El último viaje de David le dio el empujón definitivo, y esta semana, con la instalación del lavavajillas, ya se puede decir que tenemos todo lo necesario para estar cómodos y ser felices aquí. Quedan cosas, claro, entre ellas alguna solución para que duerman los invitados, pero a nosotros ya no nos falta nada. 

A pesar del trasiego de casas en los últimos años,  hemos conseguido que tuvieran todas algún encanto especial, o un aspecto especialmente memorable. En el último piso de Londres fue la terraza, y en el último de París los amaneceres sobre los tejados de Le Marais. En Ginebra, el punto especial del piso va a ser la chimenea. La "enciendo" todas las noches y me da mucha sensación de hogar y bienestar. 

Al calor (o más bien su luz) de la chimenea, he comenzado este año la Semana Santa, que en estos países protestantes no tiene la mas mínima gracia. Nada que ver con la emoción del Domingo de Ramos del año pasado en Madrid. Menos mal que mañana me voy para allá.