domingo, 12 de septiembre de 2021

Plagas bíblicas

Esta (casi) primera quincena de septiembre ha sido dura, la verdad. El motivo principal ha sido un trabajo extenuante, físicamente, por las largas jornadas de trabajo, y emocionalmente, por las dificultades y tensiones en algunas de las reuniones. El proyecto en el me embarqué en mayo es un curso acelerado de política corporativa y manejo de intereses contrapuestos. Aunque no ceso de repetirme que tengo que poner distancia, lo cierto es que apenas lo logro. No me ayuda el hecho de llevar un año trabajando en remoto y de no haber cogido vacaciones, más allá de algún día suelto. 

Esta temporada me ha empezado a preocupar un poco la salud. Gracias a un tensiómetro de Juan, observo que el estrés laboral se traduce, a menudo, en tensión elevada. No creo que sea hipertenso (todavía) pero parece evidente que esta (larga) temporada laboral no me está haciendo ningún bien. A eso se ha sumado una caída en la escalera (por ir viendo el móvil!!) la semana pasada. Ha sido más humillante que grave pero me ha dejado un moratón impresionante en una cadera y un dolor ligero en un costado. 

En casa, hemos avanzado con el mobiliario. Ahora ya tenemos sofá-cama, algo importante porque estamos a punto de recibir visita familiar de Zaragoza, y mueble para la televisión, que nos permitirá poner un poco más de orden en el salón. Sin embargo, hemos tenido visitantes indeseables. Unas mini-hormigas han empezado a aparecer por el salón, circulando entre las ranuras de la tarima cual autopistas. Hemos desplegado todo un arsenal de medidas y parece que las tenemos controladas. Veremos. 

En fin, todo un septiembre de plagas bíblicas. Al menos esta semana me he venido a trabajar a la oficina a Londres. Llevaba un año y medio sin venir y creo que me sentará bien tener reuniones presenciales, verme con compis y hacer vida social con ellos por las noches. Espero que sea una semana de punto de inflexión hacia un septiembre mejor.