lunes, 7 de septiembre de 2020

Cuenta atrás en Batignolles

Hace un par de semanas empezamos la cuenta atrás para la mudanza a Madrid. Se lo comunicamos al propietario del piso de París y también a mi jefa. Desde entonces, hemos re-contactado con las empresas de mudanza que nos habían hecho presupuesto durante el confinamiento para concretar que nos vamos a finales de octubre para que nos envíen datos actualizados y disponibilidad. Cuando lo anunciamos quedaban 10 semanas, ahora ya sólo 8. Todo se acelera en las etapas finales. 

Este fin de semana se lo comunicamos a Ronke. En realidad, ya se lo habíamos dicho pero ella no se lo acababa de creer. Esta ha sido una mudanza anunciada durante dos años. Empezamos a hablar de movernos a Madrid en 2018, con mi último cambio de trabajo. A finales de aquel año fue la compra del piso y desde entonces hemos estado enredados con el largo proceso del proyecto de reforma y la ejecución de obras. Ha pasado tanto tiempo, y lo hemos post-puesto tantas veces, que mucha gente empezó a pensar que la mudanza no iba a ocurrir nunca. 

La conversación con Ronke fue extraña. Ocurrió durante un brunch en su barrio, Batignolles, y con  Loïc, su amigo y peluquero. No entramos en detalles para no hacer herida. Sólo confirmamos que esta vez iba en serio, que de verdad nos íbamos a finales de octubre. La despedida con ella será la más dura. 

Después del brunch, hicimos sesión de cine en 7 Batignolles. Vimos Tenet, que nos dejó a todos algo aturdidos y confusos con tanto tiempo hacia atrás y hacia adelante.  No hay quien entienda nada pero al menos los efectos visuales están muy bien hechos. Lo mejor fue poder recorrer el parque de nuevo: con cada visita a ese cine hemos ido viendo la evolución arquitectónica y paisajística de toda la zona. Está todo precioso.  A Loïc y Ronke les parece todo demasiado frío e impersonal, nada parisino. Yo en cambio, veo ese edificio del Tribunal de París como uno de los nuevos iconos de la ciudad.