jueves, 29 de marzo de 2018

Iguazú, lado brasileño (Argentina /8)

He leído que en Iguazú llueve aproximadamente el 30% del tiempo, en cualquier época del año. Yo calculo que en nuestro caso fue un 60% del tiempo. Aún así la experiencia global ha sido positiva. Claro que, la selva como tal no no gusta nada. Para empezar por los insectos, que ya el primer día masacraron a dBt y le dejaron el cuerpo marcado de mega-ronchas. Y lo segundo, por el bochorno, aunque en ese sentido tuvimos suerte (relativa) en esta ocasión. 

Nos quedamos 3 días en un hotel en Puerto Iguazú, para poder visitar tanto el lado argentino como el brasileño de las cataratas. Es un pueblo pequeño con un mini-aeropuerto situado literalmente en medio de la selva, en un claro entre tanta vegetación espesa. Del hotel, cabe destacar sólo la piscina y la vista al río Iguazú en su confluencia con el Paraná, lo que llaman "las tres fronteras" porque es el punto en el que confluyen Argentina, Brasil y Paraguay. El primer atardecer fue realmente memorable, por la luz, el baño y los daiquiris. 

Nuestro primer día de excursión fue al lado brasileño de las cataratas. Lo tienen todo muy bien organizado, con un centro de visitantes del que salen constantemente autobuses de doble planta que te llevan hasta la zona dónde empiezan los senderos y miradores. Pese a que fue un día de lluvia permanente, a distintas intensidades, disfrutamos del recorrido pertrechados de las capas de lluvia que venden por todos lados. El paisaje es grandioso y los miradores del lado brasileño tienen muy buena perspectiva. El recorrido acaba en unas pasarelas sobre el río al pie de la llamada Garganta del Diablo, que es el salto más grande. Desde allí un ascensor te sube a la base del río dónde hay un buen restaurante. Lo dicho, todo muy bien organizado.