El reparto de las joyas
Mesa de desayuno. Mi madre hace el anuncio; siempre le tocan a ella las conversaciones delicadas. Por lo visto mi padre tiene una sortija con una piedra indeterminada; también unos gemelos, estos sí, de oro; y finalmente un broche, de no recuerdo qué material, pero seguramente noble. Les gustaría que yo me los quedara. El destino de sus joyas, las femeninas, es todavía incierto.
No supe qué decir. Sólo que yo no utilizaba nada de eso, y que tardaría en ir a Vigo y por lo tanto pasarían meses hasta que me pudieran hacer la cesión. Quedé como aturdido.
Supongo que debería estar contento pero me apena. Es una conversación y un recuerdo que me lleva a un escenario que no quiero ni imaginar. Imagino que les ha afectado la reciente pérdida de una prima muy querida. Están a esa edad en la que constantemente ven desfilar conocidos; todo un mundo que va desapareciendo poco a poco. Y parece que ellos se han puesto a organizar temas.