Excursión familiar a Toledo
El objetivo principal era comprar mazapán artesanal del Obrador Santo Tomé, que tiene más de 150 años de existencia. No soy un gran aficionado y de hecho nunca compró mazapán industrial, pero este es otra cosa, está realmente delicioso en todas sus variedades. Para rematarlo la presentación es excelente, en una cajitas cuadradas que envuelven con mucha parafernalia y con unas bolsas muy cuidadas. Ideal para regalos y para el sobrepeso navideño ;).
Mis padres habían estado en Toledo por primera vez hace 40 años, y por segunda vez hace 20. Llegados a cierta edad, todo son grandes números. Tengo la sensación en los últimos viajes con ellos de que los viven como despedida, como si ya no fueran a volver a ese lugar. Son pequeños detalles, comentarios sin angustia pero que a mi me hacen subir la ansiedad.
Comimos de bocata, en plan mochileros, para aprovechar las pocas horas de luz que teníamos tras la cola del mazapán y el hecho de haber salido tarde de Madrid. Nos sentamos en un banco al sol, con vistas al Museo del Greco y la Sinagoga del Tránsito, que posteriormente visitamos. El Museo es muy agradable, por su patio, y la recreación de la vivienda del pintor. En la colección de pinturas, lo más interesante es la serie de los Apóstoles. En la foto de abajo los cuadros correspondientes a Santiago el Mayor y Santiago el Menor, con esas manos tan estupendas "que van soltando plumas". En cuanto a la Sinagoga, es una forma excelente de acercarse al Judaísmo porque dispone de muchos paneles explicativos. Con todo, lo realmente impresionante es el propio edificio y su sala de oración: arte mudéjar del siglo XIV... más de 600 años. Cómo pasa el tiempo, y qué miedo da.