El domingo hicimos uno de esos "brunch estirados" con Ronke, en nuestra particular ruta por los hotelazos de París. Los hacemos muy decalados porque cuestan una fortuna y porque el verdadero lujo viene en dosis muy pequeñas. Después de las experiencias en el Crillon, Shangri-la o Hyatt Vendôme, ahora hemos probado, por fin, el Ritz.
El hotel está situada en plena plaza Vendôme, y lo reabrieron hace unos pocos años después de una larga reforma. Es un hotel con solera, de finales del siglo XIX, y eso se nota en la decoración, clásica a más no poder. Tiene su punto de elegancia, sin duda, pero nosotros preferimos los estilos más contemporáneos, o al menos con más mezcla.
En el vestíbulo del hotel hay un enorme tapiz con un plano maravilloso de París del siglo XVIII; es increíble ver la estructura de la ciudad hace casi 3 siglos. En cuanto al brunch, está muy bien y con muy buen servicio, pero lo mejor es el patio ajardinado, de una tranquilidad absoluta. Tuvimos suerte de escoger el fin de semana perfecto porque todavía es verano en París y el domingo rozamos los 30 grados.