En estos primeros meses de vuelta en Madrid, nos hemos reencontrado con la luz de la ciudad. Es uno de los aspectos en los que más diferencia notamos con París: los días empiezan claramente más tarde (cosa que no me gusta porque soy de levantarme muy temprano), pero a cambio hay más luminosidad y más sol en general. Especialmente bonita es la luz del atardecer que hace resaltar la arquitectura de la ciudad y todas esas iglesias esparcidas por todas partes que vamos visitando poco a poco.