Nos gustó todo mucho aunque fue una visita algo apresurada. Llegamos con poco más de una hora antes de la hora de cierre. No lo planificamos bien; la visita surgió un poco sobre la marcha, porque Ronke tenía frío y pensamos que era buena idea refugiarse en algún lado.
El edificio también es muy chulo, y aunque ha sufrido varias ampliaciones todas se han hecho con gusto. Las dos secciones "históricas" están comunicadas por un "Winter Garden", y hay también una ala mucho más reciente. Hay una exposición temporal dedicada al hijo, The Enigmatic Collector, que tenía una personalidad muy enfrentada a la del padre. Al menos estaban unidos por la pasión común por el arte y, afortunadamente, invirtieron muy bien el dinero de todas esas cervezas.