
El museo tiene 5 plantas, pequeñas, de fácil recorrido, en las que distribuye principalmente exposiciones temporales. Entre los fondos permanentes, tienen el comedor del Rockefeller Center, que fue diseñado en los años 60 y estuvo instalado 20 años en Nueva York. En los 80 el comedor fue vendido y trasladado a Suiza. Los muros y techos tienen un toque muy Miró, con formas geométricas y colorines.
Con todo, lo que más nos gustó del museo fue una retrospectiva del artista suizo Christian Herdeg, que lleva varias décadas investigando con las luces de neón y distintas formas y volúmenes. La exposición está titulada "Minimalismo Lírico", y es una delicia de colorines, cuadrados, círculos y demás "geometría polisentimental".
En definitiva, un museo claramente repetible, como ya nos había pasado con la Kunsthause hace unos meses. Hasta ahora no nos podemos quejar de la oferta artística de Zurich, aunque sospechamos que ya nos va quedando poco que explorar.